martes, 23 de febrero de 2016

MEDULIO: La Última Resistencia.

Miramos mucho hacia el presente y poco hacia el pasado, un pasado muchas veces borroso, pues la bruma del olvido y de siglos de obstinada censura perduran sobre él. Muchos saben quienes fueron los celtas, muchos saben que vivieron en Galicia antes de la ocupación romana, pero pocos saben como murieron, pudiendo constituir los héroes primitivos de una nación que no siempre fue sumisa.

¿Quién contará las hazañas de esos hombres y mujeres aventureros que cayeron por defender sus tierras y su estilo de vida de la desaparición? Yo no, ya que palabras me faltarían en el mundo para elogiar tales hazañas. Por ello he rescatado de la videoteca un film, un pequeño cortometraje que hicieron los hijos de los nietos de aquellos que su vida dieron para no ser embebidos por los romanos.




Aquellos, con el corazón encogido y tembloroso el pulso, pues eran conscientes del tamaño de las heroicidades que humildemente trataban de representar, no se cortaron ante las cámaras, e hicieron, considero yo, una muy buena interpretación de lo ocurrido durante el último ocaso de las vidas de estos primeros patriotas.

Insto a todo aquel se ose a cruzar estas lineas, que al ver el video, aparte de pasar un momento agradable, reflexionen, empaticen, se pongan en el lugar de estos buenos hombres, pues ya es hora de que nosotros tomemos su ejemplo y combatamos el mal que nos ocupa, el enemigo silencioso que ahonda en nuestras vidas, y que no viene armado con lanzas y espadas como los romanos, sino con películas, programas de televisión, o filosofías prefabricadas... ¿Habrá cambiado algo la historia? No... solo sus actores, pero todo sigue siendo lo mismo. Antes les tocó a ellos, ahora nos toca a nosotros... ¿Luchas?

miércoles, 10 de febrero de 2016

El paciente Iglesias

Desde que me sucedió el viernes pasado en mi consulta, lo que voy a dejar constatado entre estas líneas, sinceramente estoy consternado, ya que ello va en contra de todas las cosas que mis afanados padres me inculcaron cuando todavía caminaba sobre mis cuatro patas. Estoy tan alterado que no he podido conciliar el sueño con facilidad todos estos días, tan solo de pensar que lo que he contado aquí sea verídico, se me hiela la piel y se me pone tensa y escamosa, como la de una gallina.

Fue tan aterrador lo que sucedió en esta consulta el viernes, que desde las doce y media de aquel día, no he dejado ni un instante de repasar aquella libreta en la que anoté este extraño y peculiar caso, un caso de un hombre que asegura venir de otra época, una persona corriente que asegura haber sido otra completamente distinta...

Se impacientarán por saber quien es esa persona que cruzó el umbral de mi puerta para no salir de ella jamás. Pues bien, he de decirles que por motivos de privacidad no puedo desvelar el nombre del paciente, ya que una cláusula de confidencialidad me lo impide. Lo que si puedo decirles, es que me podrán encontrar ustedes en cualquier parte del centro de Ferrol, cualquier día del año, a cualquier hora, a fin de que ustedes mismos puedan corroborar esta historia, darle la vuelta a sus creencias, y sacar sus propias conclusiones.

Si les pongo una foto de el hombre al que mi paciente aseguraba conocer muy bien, seguro que no les recuerda a nadie más que al abuelo que visitan en la residencia día si día también, y que ya tiene tintes de estar senil. Pero si les digo que esta foto pertenece a nada más y nada menos que al padre del Socialismo en España, la cosa ya cambia, ¿no?. Si además de esto, les digo que se trata de Pablo Iglesias Posse, ya más de uno se me echará a la yugular asegurando que no tengo pruebas de lo que digo, que no lo digo seguro al cien por cien. Bueno, puede que no... Pero puede que los que estén equivocados sean ustedes y no puedan o no quieran reconocerlo, pues en la ignorancia, como dijo aquel actor de "Matrix", se vive mejor, ¿verdad?

Voy a acabar de intrigarles a la vez que les aburro con mi palabrería, pues ya se que en ocasiones puedo parecer cansino, pero debían saber de primera mano el impacto que esta historia puede llegar a causarles, Advertirles que les pondré un fragmento de las casi dos horas de consulta, en el que voy a mezclar las anotaciones de mi libreta (la cual ocupé entera), con fragmentos de los diálogos que sostuve con él, recogidos, con su consentimiento, en un archivo de grabación que no publicaré por motivos de privacidad, ya saben, lo de siempre. Solo me queda despedirme, y recomendarles que no pierdan la cabeza con esta historia, les aseguro que no es empresa fácil. Espero verles en otra ocasión, les dejo con aquella misteriosa consulta:

CONSULTA DEL VIERNES 5 DE FEBRERO, HORA: 10:45.

A mi consulta llega un hombre de mediana edad, con paso lento, mirada lejana, y actitud serena. Entra al despacho de manera poco usual en un hombre de su edad. Va vestido diferente, como de otra época, con un traje de paño grueso, de los que se usaban antiguamente, una boina, y unas botas de aspecto muy humilde. Se sienta, me mira, y veo que su aspecto me resulta familiar. A él también le parezco conocido, eso intuyo por la forma en la que me observa, detenidamente....

GRABACIÓN Nº1

(...)

PACIENTE: Sabe usted, lo que sufre uno cuando tiene algo tan grande dentro, un secreto tan inmenso que no puede uno aguantarlo... Sabe usted, lo que se le pasa a uno por la cabeza cuando ve la coalición obrera que uno fundó, vuelta una sarta de gañanes y alimañas, que no ven el momento en el que no deban de aprovecharse de un pueblo ingenuo, parece, que más ingenuo que el de aquellos tiempos que para la sociedad actual parecen lejanos.
PSICÓLOGO: Vayamos por partes, que me estoy haciendo un lío completo. ¿Quién es usted y porque está diciendo todo esto?.
PACIENTE: Lo que menos importa de esta charla, amigo, es quien soy en esta vida. Lo que más me preocupa es quien soy de verdad, o, como todos se empeñan en decirlo, quien fuí.
PSICÓLOGO: Buen, y, ¿quién fue usted?
PACIENTE: Mi nombre era hasta 1925, aproximadamente, Pablo Iglesias Posse. Fallecí en un piso pequeño en un barrio del extrarradio de Madrid. ¿Sabe lo horrible que es acordarse uno hasta de su propia muerte?
PSICÓLOGO: Lo que usted esta diciendo, es imposible. ¿Cómo puede usted haber fallecido en 1925 y estar ahora hablando conmigo?
PACIENTE:  Creí que usted era el profesional, no yo, un obrero que lo único que ha sabido hacer es luchar por los intereses de los de su clase. No se preocupe, se lo que ha pasado en mi ausencia. Como no mucho después, dos grandes hermanas se pelearon entre sí como Caín y Abel. Un hombre perverso, del que me averguenzo decir que nació a tan solo 800 metros de donde yo vi la luz de mano de mi madre, convirtió a España en un país muy desgraciado, insertando todo aquello contra lo que luché.

Un partido burgués que ya no tiene ni rastro del PSOE que veinte personas formamos en un bar, pero que se hacía llamar de la misma manera. Este partido, siendo peor que el de Sagasta, robó, estafó, y mintió a mas no poder al pueblo que le daba su nombre. Siendo mi cuerpo un viejo cadáver putrefacto del que nadie se acuerda ya, mancillan el nombre que les puse, me avergüenzo de ellos, y de que usen mi nombre y todo en lo que yo creí de tapadera para sus fechorías. Y no se preocupe, también me enteré de la canallada que hicieron los de la UGT en Andalucía. Verguenza...

PSICÓLOGO: No soy capaz de entender lo que le ocurre. Escuche, nunca en mis quince años de carrera había visto nada semejante a su Trastorno de Personalidad. O es más específico, caballero, o me veré obligado a remitirle al Psiquiatra.
PACIENTE: Envíeme donde usted quiera. Se que es difícil para una mente humana tan coartada por todas esas maquinitas a las que llaman teléfonos móviles, televisores, ordenadores, y demás dispositivos. el creer en una persona que afirma venir de algo que ustedes llaman pasado y desprecian porque ya está acontecido. Pero créame, es mucho más difícil estar atrapado en una época que sabe que no es la suya, en un cuerpo que sabe que no es el suyo.
PSICÓLOGO: Verá, yo quiero creerle, pero es que nada de lo que dice me parece verosímil. Si pudiera ponerse en mi lugar y darme datos concretos, sería lo mejor, ya que no tengo manera de saber si lo que dice es cierto.
PACIENTE: ¡Mi ciudad se está muriendo! ¿Qué mas datos necesita? Los astilleros todos los días tienen menos trabajo. Para colmo se construye una planta gasificadora en mitad de la ría ya suficientemente contaminada. Hay un pueblo dormido, pasivo, que no le importa una mierda, con perdón, que se estén quedando sin trabajo y sin pan para llevarse a la boca. Lo que quieren es salir de fiesta, y mantener enagenados con esas máquinas del demonio a las que llaman televisores y ordenadores, donde parece que a la gente la volvieran imbécil, tonta y lerda.

Cuando yo vivía, pese a pasar gran parte de mi vida en Madrid, supe de los movimientos que en mi ciudad natal organizaban los obreros, para logros tan importantes como la jornada de ocho horas, esa que les parece a ustedes tan normal, tan corriente, ¡pues no! Cada paso que el hombre da, tiene consecuencias para sus semejantes. Ha sido así desde la aparición de la industria, cada pro tienes sus contras. Si el pueblo se uniera, como se unieron los pescadores para luchar contra los grandes grupos de conservas de pescado, entonces cambiarían muchas cosas.

PSICÓLOGO: Ahora empiezo a entenderle... Veo en sus ojos que lo que dice es sincero. Pero no hace falta que llore. Aún puede alentar usted a las masas, puede que exista la posibilidad de que le crean.
PACIENTE: ¡Si he tardado cinco minutos en que usted me crea! ¿Se imagina la cantidad de fuerzas que tendría que gastar para convencer a una multitud cada vez más idiotizada?
PSICÓLOGO: Hombre, tiene que entendernos, no escuchamos todos los días casos de reencarnación.
PACIENTE: ¡Mi culpa no es! Parece que, no quieren saber nada de la Iglesia, pero aún siguen manteniendo sus dogmas indiscutiblemente. ¿Quién dijo que antes de ser Paulino, hubiera sido Marx, o quiza Babeuf? ¡Encima de idiotas, son ustedes de mente más cerrada que una ostra en mal estado! ¡Hay que joderse! Parece que no queden en este mundo, gente desinteresada, gente con espíritu común y con un soñar también común. Que rancio se vuelve cada día este mundo, y lo peor, ¡que rancios son ustedes que todavía lo consienten!
PSICÓLOGO: No todo estará perdido...
PACIENTE: Si no se ponen las pilas, conseguirán lo que siempre han soñado estos canallas industriales, ¡tenerles de esclavos! Por favor, un niño ciego se habría dado cuenta ya. Si quiere no salga de Galicia, ¡No salga de Ferrol! Y verá, en uno de los paseos que me he dado por la zona del puerto, que bien parece un escenario de guerra. Tanto que dicen ustedes, sus "medios de comunicación" y sus políticos que son una potencia, que son una autoridad económica, o que estamos saliendo de la crisis...

Pero yo, señor, desde que concibo mi existencia en este tiempo, que bien pudo ser hace cien años la utopía de cualquier burgués medianamente acomodado, nunca he visto esa prosperidad que tanto se afanan en predicar. Como le he dicho antes, no hace falta que salga ni de Ferrol para verlo, y, si no es capaz de concebirlo aquí, no será capaz de verlo aumentado a escala nacional, a escala mundial.
PSICÓLOGO: Si, coincido con usted en que, me encanta esta ciudad, pero a veces da pena ver como muere.
PACIENTE: ¡Muere porque a ustedes les da la gana que muera! ¡Cobayas, eso son! ¡Inútiles y cobardes! Nunca perdí los estribos, pero es que no puedo contener más esta resignación. Ayer, en uno de mis paseos a medio día, por las solitarias calles del centro, vi un cartel dentro de una tienda desocupada que rezaba de la siguiente manera: "El que duerma aquí, puede ser denunciado", ¡no te jode! ¡Ya hasta dormir bajo un techo medianamente cálido es un delito!

¡Hasta donde hemos llegado! No soy capaz de ver unión en esta moribunda ciudad, y mire que lo digo muy a mi pesar, porque es mi ciudad natal, pero no veo unión por ninguna parte. Bueno sí, para celebrar, para salir de festejos y de marcha, para que una adolescente le haga una felación a otro en plena Plaza de España, para eso sí hay unión. Esa plaza es la peor aberración de la historia de esta ciudad. Es un arte tan abstracto el suyo, que lo vería Unamuno y enloquecería.
PSICÓLOGO: ¿Y, según usted, que podemos hacer para acabar con toda esa miseria?
PACIENTE: Verá, cuando estuve encerrado como un perro en aquella fría celda, por haber instigado una huelga, me di cuenta de unas palabras que posteriormente repetiría el Che Guevara: Es mejor morir de pie a vivir arrodillado. Lo que ellos temen, lo que esos burgueses que se sientan tan cómodamente en los sillones de poder temen, es gente que no tenga miedo. Gente que esté dispuesta a morir, a sacrificarse por una humanidad encaminada hacia el progreso común y no hacia el enriquecimiento de unos pocos.
PSICÓLOGO: Me sienta muy mal verle llorar, básicamente porque ahora que medito en ello, tiene usted más razón que todos los santos del Vaticano. Ahora mismo siento impotencia, me pongo en su lugar y puedo llegar a intuir lo que usted ha tenido que padecer. Tiene que ser un martirio.
PACIENTE: Le aseguro, que no puede, por mucho que lo intente... No creo que haya nadie en el mundo que esté en la situación en la que me encuentro, y esto, puedo afirmarlo con seguridad. No creo que la gente haya despertado de su sueño todavía. Les han repetido tantas veces que están en una democracia que han dejado de luchar por sus derechos y permiten que se los pisoteen. Parece que, solo es permisible luchar contra una dictadura a cara descubierta, Pero, las peores dictaduras son las que se esconden tras el telón de la libertad.

La gente hoy en día, es diferente, vive en un mundo de Yupi, vive idealizada. Mire, yo con 17 años, al igual que muchos jóvenes de mi época, vivíamos interesados en saber más, en conocer más, en buscar alternativas, en leer, en formarnos... Deseábamos aprender nuevos idiomas, como yo aprendí el francés, para leer aquellos libros que se encontraban prohibidos. Nos reuníamos en la clandestinidad para compartir nuestros saberes, nos escondíamos, pese a que hacíamos la mas honorable de las tareas, luchar por una sociedad mejor.

Hoy en día, encontramos dos grupos de personas claras. El primero, son aquellos marxistas de salón a los que les importa una mierda la situación actual, pero quieren fingir que lo hacen. Son aquellos que piensan que con militar en un partido que dice ser comunista, leer libros con una caratula roja, acudir a dos manifestaciones en las que incendian unos cuantos cubos o gritan a los antidisturbios, y repetir como un loro las teorías nacionalistas del partido de turno, ya han hecho mucho con su pueblo. Un dogma no se sustituye con otro dogma. Son proletarios, sabe, pero siguen comportándose como niños malcriados capitalistas, a los que, si se les quita una tilde de los libros que leen y que asumen, como la Iglesia a la Biblia, como una verdad absoluta, entonces ya les entra el cólera, le insultan, y se ofenden...

Aunque, si lo piensa, estos al menos se informan un poquito. Los que de verdad me dan pena, son la otra parte. Aquellos que solo se preocupan del momento. Aquellos que viven solo el presente. Que prefieren vivir de fiesta en fiesta, de jovencilla en jovencilla, y de calimocho en calimocho. A estos proyectos de seres humanos les encanta dividirse, y dividir a los demás. No solo no se informan, están contentos viviendo en su ignorancia, en lo que para ellos es la felicidad. No los culpo, pues son lo que el Sistema quiere que sean, pero por culpa del auge de estos comportamientos de mentes tan pequeñas como una nuez, es que esta especie retrocede cada día más. La libertad para ellos era el libertinaje para nosotros, algo que sin duda, nos convertiría en esclavos a merced de los que queríamos combatir. Nuestras aspiraciones, la mia y la de mis colegas, era una sociedad libre del yugo esclavizador, la aspiración de los jóvenes de esta calaña es el dinero, los lujos, y la fama, conseguida a través de entrar en una casa, o directamente desnudos en una isla, para dar rienda suelta sus instintos más primitivos. Cada vez que veo lo poquito que le importa la actualidad a los jóvenes de hoy en día, me entra tal pánico que tengo que correr, huir de toda aquella vida perniciosa, de aquellos recuerdos de imágenes tan horrendas, donde lo que antes veíamos como un imposible, cobra realidad de forma cada vez más latente...

(...)

Evidentemente que el diálogo con este hombre, este increible hombre, fue muchísimo más largo. Hablamos de muchos temas, y con cada frase que pronunciaban sus labios, tan sentida, tan afable, me fui creyendo poco a poco de que, efectivamente, era aquel rostro humilde que hoy preside las fotos de un partido, que lejos, muy lejos está de ser el suyo. Desde que esto aconteció he dado vueltas sobre una teoría que escuché de una persona cercana a mí, y de la cual entonces poco más que risas solté, ¿Y si esta no es la única vida que vivimos? ¿Y si hemos vivido otras vidas? ¿Nos ocurriría lo que a este buen hombre? Desde ese viernes, en mis sueños, regreso al pasado, y compruebo con mis propios ojos como todo lo que decía es verídico...

Cada vez estoy más convencido de que el hombre que vino a visitarme el viernes al medio día, era Pablo Iglesias Posse, en otro cuerpo, con otra edad, pero la misma esencia, la misma alma, y el mismo espíritu luchador. Este viernes quedó de volver para seguir hablando conmigo. Seguiré escuchando lo que tenga que decir, porque sin duda, es importante. Yo creo en lo que este hombre dice, la pregunta es, ¿lo crees tu?