lunes, 28 de marzo de 2016

¿Quién sabe dónde?

¿Arte de magia? ¿Azar? ¿Lugar y momento equivocados? El misterio persiste, el origen se desconoce. Pero ahí está. Es evidente que se han difuminado como la bruma del viento, como el sol derrite la nieve, como la lluvia de primavera. Las desapariciones van en aumento, año tras año la cifra sube, y las comandancias de Policía registran nuevos casos de personas a las que misteriosamente no se les vuelve a ver. Salen un día de sus casas, de sus trabajos, de cualquier sitio, y pareciera que en un momento la tierra abriera su boca y se los tragara...

Nadie les vuelve a ver, nadie, nadie, nadie. Y lo más curioso de todo, es que mires por donde mires siempre ves dolor. ¿Es este un mundo justo? ¿Es un mundo bueno? No. En un mundo bueno no deben de haber este tipo de casos, no debería existir ni siquiera la palabra ""desaparecido". Solo con escucharla se te eriza el cabello y las pupilas se te anchan, al menos a mi me sucede, un escalofrío recorre mi espalda, al tiempo que mi corazón compungido me hace preguntarme, ¿Quién sabe dónde?


Así se llamaba un programa de televisión que se mantuvo en antena desde 1992 y 1998, y que fue retirado rápidamente de la televisión con el ascenso al poder del flamante Presidente del Gobierno Jose María Aznar, y altos cargos ejecutivos, es decir, presiones políticas.

Es extraño que les incomodara tantísimo un programa televisivo que cumplía una función social tan importante, como es la de devolver a sus casas, o, por lo menos encontrar los cuerpos, de las personas desaparecidas, e intentar dar una explicación racional a estos sucesos. Es curioso que muchas voces hayan querido acallar programas como este, pareciendo que los políticos tuvieran intereses en no permitir bajo ningún concepto la emisión de este tipo de programas, pues a diferencia de los magazines televisivos actuales, el cometido de estos programas investigativos, es esclarecer estos sucesos oscuros, y ya hemos visto con los casos de corrupción que afectan a los políticos, como son éstos enemigos de lo claro, especialmente si pueden salir involucrados en algo turbio, como ha sucedido con el caso "bar España".

El panorama en España es desolador. Pero si acortamos distancias es mas desolador si cabe. Si nos centramos en una pequeña comunidad autónoma situada en el extremo noreste peninsular, donde nadie mira sino es para dar morbo a este tipo de casos, es aún todo más indignante. 

Galicia no es que sea de las Comunidades Autónomas más grandes en número de habitantes, pero curiosamente es de las que más desapariciones registra anualmente. Pareciera como si esas antiguas leyendas de lobos, de brujas, y de bosques encantados que poblaban la Galícia de "los séculos oscuros" no hubiera muerto, como si algo se escondiera entre sus bosques de eucaliptos o sus extensas praderas, algo oscuro y malvado.

Voy a centrarme exclusivamente en dos de los muchos casos de desapariciones que hay, pues curiosamente se da muy poca información acerca de los mismos, pareciera que apenas se investigaran, pareciera que se mirara de manera superficial, cuando estamos hartos de oír en la televisión casos como el de Marta del Castillo o el crimen de Asunta, como si cogieran casos al azar y les dieran un gran protagonismo mediático, cuando casos como los que voy a mencionar apenas salen en prensa escrita, y solo se encuentra un artículo o dos como mucho. Mientras se preocupan en calcular las tasas de violencia de género, no se preocupan en informar sobre las tasas mensuales de desaparecidos, quizá porque en lo primero nadie tiene intereses, mientras que en lo segundo, sí.

Tanto el primer caso como el segundo seguramente sean conocidos por muchísima gente, ya que ambos son de Ferrol, y de ambos se ha hablado estos últimos meses, especialmente del segundo, por ser más reciente. Ya digo que la información que he encontrado no es mucha, así que si quiero ceñirme a los hechos. la verdad no tengo muchos, por lo que voy a introducir una gran carga especulativa, pues es mediante la especulación por la que se han resuelto bastantes casos que se creían imposibles.


El caso de la desaparición de este hombre hace ya casi 4 años es, totalmente un enigma. El día 20/11/2012 se le pierde el rastro en todo Ferrol, tras haber sido visto por una vecina salir de su casa de Carranza con una mochila al hombro. De manera extraña deja su documentación y su dinero en casa. Y es aquí donde me empiezan a surgir las dudas. ¿Quién de nosotros dejaría en casa su dinero y su documentación si es consciente de que va a salir lejos de su casa y que puede que llegue a necesitar dinero? Teniendo en cuenta, que, además se desplazaba a pié, el hecho es aún más intrigante.

Con este pobre hombre ha sucedido como con casi todos los casos de desapariciones en este país. La primera semana se hace una "búsqueda exhaustiva", pero a partir de la segunda o tercera semana las fuerzas de seguridad pierden el interés y comienzan a retirar los efectivos de búsqueda de la zona. Estoy más que convencido de que si se tratara de algún político o empresario influyente no habrían descansado hasta haber dado con su paradero, pero como éste era un "don nadie", pues nada, a prolongar el martirio de una familia adolorida por este suceso tan conmovedor.

Hay voces que sitúan a Pedro por última vez en los alrededores del centro comercial de Odeón, pues según la Policía fue ahí donde recibiría su última llamada, la de uno de sus amigos, para hablar de "un tema de discos", por lo que probablemente se dedicara a la música. Y yo que me pregunto, estos móviles de ahora que conocen nuestra ubicación en todo momento con nuestro permiso o sin él, ¿no se podría partir de ahí para hallar la última ubicación que registró el aparato antes de dejar de funcionar? Pero bueno, es lo que dije antes, si fuera una persona "importante" habrían movilizado todos los hilos y ofrecido cuantiosas cantidades de dinero por cualquier pista que se ofreciese sobre él, pero claro, nosotros no importamos a nadie...


BRAIS BOGO

Este caso es extremadamente reciente, por lo cual aún está en plena efervescencia, la policía no da abasto en sus pesquisas, y los vecinos y amigos de Ferrol y Santiago se han implicado de manera directa en su búsqueda.

Si os ha parecido inquietante la desaparición de Pedro Yánez, este caso ya es de película de suspense de esas que ponen en Antena 3 los fines de semana. Bien podría haber sido el argumento también de una novela policiaca como las de Agatha Christie, pero no, es de la vida real.

Este joven ferrolano fue visto por última vez en los alrededores del Instituto de Investigaciones Agrobiológicas de Galicia, el 18 de marzo, es decir, hace justo hoy, 28 de marzo, diez días. Según el testimonio de sus círculos cercanos habría sido visto por última vez a las ocho de la tarde, por lo que debería haber llegado a su casa sobre las 9. El caso es que nadie confirma que haya ingresado a ese domicilio, ni mucho menos, que haya salido de él posteriormente.

Lo más curioso, y que esta vez si inquieta a la policía, es que todos sus documentos personales, y su dinero se encuentren en su casa, pues como ya manifesté anteriormente, serían muy poquitas las personas que al saber que van a distanciarse de casa por un tiempo no tomaran sus documentos personales y algo de dinero, aunque sea llevarse sus tarjetas, algo que al parecer tampoco hizo. Otro hecho desconcertante es que su móvil desde ese viernes se encuentra inactivo, como si algo o alguien lo hubiera inutilizado.

En países de Iberoamérica, Asia o África, una gran parte de desaparecidos tienen como fin la explotación sexual, económica, o incluso algo mucho peor, el comercio de órganos en el mercado negro, dado su elevado precio y la cantidad de personas dispuestas a comprarlos. Lo digo, porque es muy extraño este caso, y pese a la esperanza que sostiene la familia, es evidente que algo ha sucedido para que este joven de 24 años desaparezca sin una sola persona que pueda decir a ciencia cierta donde se encontraba.

Me gustaría que toda persona que leyera esto, aparte del morbo y la intriga que algunos pudieran manifestar por el paradero de éstas, y más personas como éstas por el compendio peninsular, se planteara la facilidad con la que desaparecen las personas en el "Primer mundo", que ya no hablamos de Marruecos, África o Asia, hablamos de un país europeo, y supuestamente en mejor lugar que todos los dichos anteriormente. ¿A cuantas personas indeseables o molestas han podido quitarse de encima fácilmente borrando su rastro de la faz de la tierra? Todo esto sin hablar de la cantidad de desaparecidos en fechas cercanas al Halloween, muchos de ellos, como el caso de las niñas de Alcasser, para la realización de rituales satánicos en los que participan muchos altos cargos, gente que, se supone que debería estar ahí para protegernos y no para secuestrar a nuestros hijos (o a nosotros mismos) y sacrificarlos en honor al diablo, al dios mammón o a cualesquiera entidades demoníacas.

¿Qué podemos esperar de un país que hace lo que sea para no esclarecer los repetidos casos de desapariciones durante el franquismo? Unas instituciones, de sobra por todos conocido, corrompidas, alejadas del fin para el que supuestamente fueron creadas, y unas personas, a las que sus familias lloran sin saber nada de ellas, viendo como todas las "manos amigas" se van retirando poco a poco, mientras sus seres queridos se pudren en una cuneta, una fosa común, son retenidos contra su voluntad, o simplemente han sido vendidos a redes criminales internacionales con el beneplácito y auspicio de muchos que ahora nos están gobernando, y a quienes ignorantes de nosotros hemos elegido. A mi, al menos, me queda la conciencia tranquila, de saber que he intentado denunciar los cientos de desapariciones que se registran cada día, de muchas personas que un curioso día abandonan sus casas para no volver nunca más. ¿Quién sabe dónde estarán y quién sabe qué les habrá acontecido?

Solo el tiempo es capaz de juzgarlo todo, solo él me dará la razón o quitará criterio a mis palabras, solo el tiempo nos permitirá desenmascarar de una vez por todas las atrocidades de un régimen que se esconde bajo el telón de democracia, mientras todas las evidencias apuntan a que democracia, hay más bien poca...

Este artículo es un pequeño tributo a todas esas familias que han perdido a seres queridos en extrañas circunstancias, y que aún se preguntan por su hijo, su padre, su abuela, su nieto, su sobrino, su tío... ¿Quién sabe dónde?

lunes, 21 de marzo de 2016

DIGNIDAD: El mayor crimen de nuestro tiempo.

En ocasiones, me embarga la duda. Una duda tremenda y existencial que empieza por la simple y repetitiva pregunta de "¿Quienes somos en realidad?" Hay veces en las que no lo sé, y me cuesta saberlo. Veo buenas acciones, sí, pero muchas malas hay sin castigo, haciendo que la balanza de mi juicio se desvíe de manera indudable hacia un punto en el que mi mente piensa que no somos coherentes, que quizá nunca hemos sido dignos, ni sepamos siquiera lo que significa ese término.

Somos crueles, crueles con esas personas que brillan justamente por ser lo dignos que a nosotros nos falta. Somos tan crueles que estigmatizamos a esas personas por no pensar como se supone que debiera pensar la mayoría o lo "políticamente correcto" ese, tan dichoso que me parece repulsivo.

Me pidieron que narrara algún crimen sangriento, desdeñado, perpetrado por un enfermo o algún psicópata sin corazón ni sentimientos. Tras mucho buscar, y encontrar algunas cosas, resolví que ninguna de ellas se asemeja al que puede haber sido el peor crimen de todos, el más negro y conmovedor, con la diferencia, de que en este no se derramó una gota de sangre. Se derramaron lágrimas, y sudor, pero sangre ninguna, así que lamento comunicarles que estas palabras no tendrán el aliciente morboso que algunos podrían estar ya recreando. Lo que voy a contar a continuación es una historia de dolor, la más cruel que jamás hayan podido escuchar de boca de nadie. 

Quizá algunos se sorprendan, aunque estoy seguro que la grandisima mayoría sabe perfectamente quien es ese hombre del que ahora ven su foto, con una sonrisa melancólica, e, incluso, irónica, porque es dolor lo que le corroe por dentro en el momento en el que se hizo esa instantánea. Dolor de muy atrás, de 28 años, que ya es añejo. 28 años sin pisar la calle, sin respirar el aire fresco que golpea la cara un día soleado cara al mar, cuyo olor apenas podía apreciar procedente de la única comunicación que tenía con el mundo exterior: Una ventana.

La historia les aseguro que es sobrecogedora. Pero lo es aún más el comprobar la soledad tan grande que debió de haber sentido, al comprobar como ni el Estado ni una gran parte de su familia le apoyaban, que le dejaron solo, que rechazaban su petición, a mi parecer justo. 


¿Alguno se ha visto la película "Cómo ser John Malkovich"? Sí, esa en la que mediante un pasadizo secreto de su oficina, un neoyorquino consigue estar por unos minutos dentro de John Malkovich, un reconocido actor estadounidense. Bien, pues el vídeo que tienen antes de este párrafo es ese pasadizo secreto, que les conducirá no al cuerpo de alguien famoso que demuestre su poder con opulencia, ni a alguien millonario, ni a alguien libertino, no. Ese pasadizo les conducirá al INFIERNO con mayúsculas, ese pasadizo les llevará a ser un hombre de mediana edad, tumbado en una cama, sin poder mover un solo dedo, y con una angustia existencial tremenda. Les llevará a ver su interior desgastado por el paso del tiempo sin volver a sentir el sol en la cara, postrado en esa cama, inútil. Quiere desprenderse de ese peso muerto y volar, pero nadie parece estar con usted. Ha intentado que escuchen su voz, pero los tribunales parece que quisieran que usted se pudra en su propio cuerpo, en su propia soledad.

No le estoy pidiendo un esfuerzo muy grande. Solamente quiero que intente verse en esa situación, la misma que tuvo que sufrir este coruñés hace ya más de quince años. Solo pido eso. No quiero que usted piense como yo, ni mucho menos. Me gustaría que se pusiera en la piel de ese hombre y que resolviera en su interior que hacer, ¿que haría usted?

Porque sí, aunque no lo parezca, el derecho a morir es un delito, y el anhelo de querer hacerlo un crimen para el que lo desea y para las buenas personas que compadecidas de esa situación, le ayuden. A muchos ojos, ese es el peor de los crímenes, comparable a un terrorista que vuela un coche en los alrededores de un colegio o a un violador que acosa a sus víctimas a la salida de los portales. Hasta dónde habremos caído...

Consideramos justo lo injusto e inmoral algo que debería ser un derecho. ¿Es pues este otro de los vestigios de una España aferrada al santo y al verdugo? Una Galicia oscura y medieval, una España en la pobreza espiritual más grande. Otro episodio de la "Galicia Negra", que, como no lleva sangre en sus crónicas, poco a poco se desploma en el pozo del olvido, como una piedra en las profundidades del mar, un mar lleno de banalidades superficiales que brotan como algas arrancadas, ocultando, la sorpresiva belleza de las piedras, allá en el fondo...

sábado, 12 de marzo de 2016

Rococó parisino-coruñés.

Es sábado. Hace frío, pues es invierno de 1941. No es España, tampoco es Madrid, llena ella de cadáveres con la más grande de las águilas rapiñas sentadas en el trono de El Pardo. Se oyen pasos cerca de los campos Elíseos, una pequeña tropa de soldados muy bien arreglados ellos, muy limpios, que va, impolutos. La marcha precipitada de estos soldados cuya indumentaria clarecía el país de la eterna esvástica, aquel que había adherido a su Imperio todo lo que las plantas de sus soldados pisaban. Iba por la parte en la que explicaba el cruce de esos soldados con una pequeña comitiva de gendarmes, si, ¡uy!, eso lo iba a explicar después con más calma. 

Se que poco sentido ha tenido esa pequeña desviación, tranquilos, es lo que más sentido tiene de todo esto. Ambos mandos se tienden la mano, se saludan, se abrazan algunos, se respetan. Que raro pensar se hace que dos bandos contrarios se puedan llegar a respetar. Todo esto contemplado era por una muchacha de pelo ondulado, el cual se enroscaba a la cabeza, ojos de serpiente y rojo carmín en sus labios. Su vestido denotaba elegancia aunque no ostentaba nada, el elemento sustentante de su cuerpo era una pesada gabardina, obviamente, para soportar el frío de las mañanas de París.

Mirando como las musarañas tejían el cielo sobre las nubes (¿o era al revés? Bueno, no importa), iba con paso firme y de cuando en cuando entrecruzado, es decir, con clase, una coruñesa a una audición para protagonizar una película cuyo título no sabría ella (ni nadie) pronunciar correctamente. ¡Ay estos franceses y sus palabros! El caso, es que ella se llevaba la mar de bien con ellos, aunque entendiera poca cosa de su enrevesado vocablo se encontraba estudiándolo, y sí, aunque no es lo mismo oír las grabaciones del tocadiscos que presenciar un diálogo en vivo y en directo, la chica se había repasado toda la gramática la noche anterior, el vocabulario, ¡bah eso no importa!, y aunque importara es lo más sencillo de inventarse.

Justo cuando estaba cerca de pasar por el Arco del Triunfo, contempla aquella escena de los cuerpos de seguridad de ambas potencias, como se saludan, se abrazan. No solo despertó esto a María, todo su cuerpo se paralizó, una lágrima se desprendió de sus mejillas y se tropezó con los tacones, El traspié le propinó un duro golpe de bruces contra el frío asfalto del suelo. La carpeta con los diálogos de la audición, ¡por fin era libre!. Por culpa de la caída, María soltó el bolso por instinto, como todo lo que hacía, por instinto era, el cual cayó a escasos metros de ella.

Suboficial que asistió a María cuando ésta tropezó.
Mierda, he tropezado, ¡si es que no puede haber más baches en el suelo! ¡Cago en sandiole!. ¡En que piensas, María, donde tienes la cabeza!. Calla calla, mejor levántate a recoger los papeles de, ¡la audición! ¡Mierda, mierda, mierda!. No pienses, va, no hables, recógelos calladita y sigue caminando. ¿Pero, por qué carajos estoy tan nerviosa? Están a metros de mí, y seguro que no me han visto. No me he hecho nada. Estoy bien. Me duele el pié. Pero estoy bien, muy bien, tan bien que podría marcarme un cabaret aquí mismo, sino fuera porque hace un frío que pela a estas horas. 

Que habrá dicho mi madre de la oferta que le propuse de ir esta noche al bar ese "Cuattriemme", que estrenan una obra fabulosa, y me apetecía ir. Vale María, no pienses en eso. Recoge. Recoge vamos. ¡Ascuas! ¡Que se está acercando uno! Mierda de zapatos de tacón, como tallan los condenados. ¿Por qué diantres se ha abierto el bolso? ¡Joder! ¡Mi pasaporte español! ¡Ostias que viene!. María, céntrate en recoger el pasaporte, no sea que te pillen y ya la hemos cagado. Ese papel de más lejos también. No puedo tardar nada, que ese hombre me está pisando los talones. Estoy oyendo sus pasos. ¡María joder! ¡Por qué no eres capaz de coger un malnacido pasaporte del suelo! A ver, Re-pú-bli-ca Es-pa-ño-la, Ma-ría Ca-sa-res. ¡Ya lo tengo! ¡Diantres ya esta aquí! Menos mal que apuré a guardarlo todo. Ahora cálmate y respira María, tu di a todo que sí y despachale rápido que vas a llegar tarde a tu primera audición. Y eso no lo quiero. No. No quiero llegar tarde. 

-Disculpe señorita, ¿se encuentra bien? ¿Necesita ayuda?
-¡Aiba! Si habla usted mi idioma caballero... ¡Madre mía! ¿¡Papá!?? 
-Me parece que esto es suyo. Vigile sus pasos señorita, buenos días.
-¿¡Cómo papá!? ¡¿Cuándo pensabas decirme que trabajabas para los Nazis!?
-Señorita, yo no soy su padre, ¿de verdad se encuentra bien?
-Ya ya. Estabas muy raro últimamente.
-Que no soy su padre.
-Que sí.
-Que no.
-Que sí hombre, no lo niegues más, eres como él, andas como él y hablas como él.
-Me tengo que ir señorita, buenos días, y lo siento por haberla incomodado.
-¡Si hombre! Encima te vas a ir sin darme una explicación. ¡Pues no señor! ¡O me lo dices o les grito que eres un rojo traidor de España que se ha colado vilmente entre sus filas! ¡Que soy capaz!
-Adiós señorita.
-¡Pero será idiota el tío! ¡¡Pues por casa ni te asomes maldito vendido!!.

Hay que ver, una intentando hablar con él y él tan esquivo como siempre. Pues que se joda. Si, que se joda. Así de claro. Ahora si se aparece por casa soy capaz de echarle a escobazos. No sea que, nos venda después de hoy, como se ha vendido él mismo. ¡Ay como me duele el pie! Si es que, como los tacones de las galerías aquellas de Coruña, no los hay en ningún sitio! ¡Lástima de ropa, toda ella dejada atrás! Jo, como extraño aquellos días en Madrid, cuando mi padre era, ¿ministro? ¡Ay, tonta!. Presidente. Sí, era presidente. Esas tardes madrileñas, esos cartones de leche que tanto me gustaban. ¡Estaban muy buenos! A ver María, que te me desvías. Repasa el guión que sino no te cogen. A ver, tengo que maldecir al rey y jurar que nunca me separaré de mis hermanos. Ahora traducir eso al francés, y antes de llegar allí. ¡La hostia!. Me he quedado en blanco....

Justo en el momento en el que María se queda en blanco, un furgón alemán, con la crucecita, el águila, la esvástica y demás pijadas nazis, tira un montón de pasquines en mitad de la calle. Serían pasquines propagandísticos, y en efecto lo eran, pero el que sujetó María en las manos era algo totalmente diferente. Era una invitación para ver el estreno de la película "Deidre des doleurs" el día 25 a las 9 de la noche en el gran cine de París. 

¿Esta película? ¡Pero si ahora mismo tengo la audición! Que, por cierto, voy a llegar muy tarde. ¿Cómo se les ocurre engañarme así? ¡Claro me han visto cara de tonta y de roja al mismo tiempo!. Seguro que han tramado todos semejante engaño. ¡Pues me van a oír!. Espera. 25 de octubre de 1942. ¡Ah! ¡Que susto! ¿Y entonces por qué lo están publicitando ya? Si que son prevenidos estos franceses. Que yo recuerde, en España la publicidad se hacía la semana de antes. Claro, así estaba yo que me perdía todos los estrenos....

María se guardó en uno de los bolsillos de la gabardina el pasquín para enseñárselo a sus jefes cuando llegara. No había terminado de incorporarse del suelo y ve como un hombre con un extraño bolso similar a un zurrón pastoril echa una gran carrera para coger el autobús que estaba a punto de irse. De golpe y porrazo se detiene, cayéndosele del zurrón un extraño libro. El hombre marcha sin percatarse y el libro huérfano queda allí en el asfalto. Tras varios intentos fallidos de llamarle, María recoge el libro con extrañeza, que se verá esta reforzada al comprobar el título y el autor.

"Estado de sitio". Definitivamente este libro podría explicar la situación actual de París. Si, por supuesto que lo haría. Albert Camus. Me suena este hombre aunque no acierto a qué. Se que he visto a algunos señores leerle en los autobuses. Aunque siempre que veo su nombre impreso en un libro es siempre el mismo. ¡Uy! Pero esto es una obra de teatro, de hecho, se parece bastante a los guiones, que por cierto, tenía que estudiarme. ¡No me digas que está ambientada en Cádiz!. ¡Obra tan interesante!. No se me ocurre a mí de donde habrá podido sacarse a Cádiz. Con la de ciudades que hay, válgame el señor....

María nota que una pequeña hoja de papel quiere salirse del libro, y con ayuda de su mano derecha la saca del anverso para leer lo que podría poner tan intrigante pedazo de folio. "Representar, día 27 octubre 48 a las diez horas de la noche, teatro nosequé de París. ¡Madre mia! ¡Esto no es posible! ¿¡Yo figurando como principal en una obra!? Debo de estar soñando, si aún no he rodado la película a la que por cierto, ya no llego a la audición. 

María se queda aún más sorprendida cuando observa en una librería cercana al Paseo del Eliseo, donde se podía leer, o al menos, intuir lo siguiente: "Gran estreno de la última obra teatral de Camus. Entradas ya disponibles. ¡Corran antes de que se agoten! Con la participación de nuestra grande María Casarés". Tal es el asombro de María que por poco se vuelve a precipitar al suelo al contemplar tan majestuoso cartel. 

Definitivamente debo de estar soñando. De ser así, me encanta este sueño. ¡Es todo lo que yo siempre he querido! ¡Guau! Esta impresionante fila me recuerda a algo. Ahora no acierto el qué, pero se que me recuerda a... ¡Las filas de la feria de Coruña! ¡Claro! ¡Tiempos aquellos! Pero no sabía yo que despertara tan grande expectación una chica tan tímida como yo...

-No puedo creermerlo- replica con admiración un joven que se queda boquiabierto al mirar el rostro de María. -¡Es usted!
-Yo, si, claro que soy yo, naturalmente. ¿Que desea joven?
-¡Maria Casarés! ¡Que alegría! ¡¡Dios, no se que hacer!! ¿Puede firmarme un autógrafo?
-¿Mi firma? Pero si a mi no me conoce nadie. ¿Quién es el de la broma?
-¡Eh! ¡Que es ella! ¡Casarés! ¡Es la del estreno de esta noche!
-¿Alguien me puede explicar que diantres está pasando conmigo? ¡Que yo sepa esta noche no tengo ninguna actuación!

Las replicas de María no sirvieron más que para atraer la atención de todos los asistentes, los cuales estaban pletóricos de haber encontrado a quién ellos veían como un ícono del teatro de la época. Todos querían abrazarla, prenderse de ella, preguntarle cosas extrañas sobre un tal Camus, nombre que ella no había oído en su vida, bueno sí, lo leyó hace diez minutos pero eso no cuenta, ¿no? De repente y para desgracia de una sorprendida María, se agolparon cámaras con sus replicantes flashes de bombilla, haciendo fotos que casi la dejan ciega a la pobre, y realizando preguntas un tanto impertinentes, que si ella tuviera conocimiento de a lo que se refieren, se hubiera indignado tanto que a lo peor le habría salido al paso al periodista con malas maneras.

Entre todo ese trajín, y por detrás del cuerpo casi columnario de María, aparecieron dos hombres engalanados montados en un lujoso coche. Estos asieron del brazo de María y le instaron a acompañarles de una manera muy poco cortés para dirigirse hacia una mujer joven.

-¿María Casares verdad?
-¡Oiga señor! ¡No me coja así del brazo que no le conozco de nada!
-¿Es o no es usted María Casares?
-Si, soy yo, pero suélteme. No tiene ningún derecho a agarrar así a una mujer. ¡Solo faltaba!
-Policía Secreta del Estado -responde ásperamente el hombre que se sitúa a su derecha, mientras le enseña una placa en la que se lee claramente las siglas "GESTAPO". -Debe venir con nosotros, es por su seguridad. Si no lo hace por las buenas lo hará en calidad de detenida.
-¿Cómo detenida? ¿Se puede saber que delito he cometido?
-Lo discutiremos después más tranquilos señora. Por favor, entre al coche. No me haga tener que repetírselo. Entre.
-Esta bien, como ustedes quieran, ¡pero suéltenme!

¡Me cago en todo! ¡Joder me han pillado! ¿No tendrá mi padre algo que ver en todo este embrollo? Ni idea. No quiero pensarlo. No pienses María. No pienses. No pienses en nada. Estos señores no tienen nada contra ti. A lo mejor son actores y esto es una broma. Sí. Una broma de estas que hacen los actores a los nuevos. ¡Tonta! ¡Que no te han elegido para tu primera película y ya te crees famosa! Calla. No pienses más que te vas a acabar volviendo loca. Ahora no se que decir. Me han cogido tan de sorpresa que ahora no se que decir. Estoy bien. Si, estoy bien. Estoy tranquila. No tienen nada contra mí. No lo tienen. Ni en broma lo tienen. Aunque mi padre haya hablado, no tienen nada. No pueden condenarme por no haber hecho nada. Aunque sean nazis. Aunque sean de la GESTAPO. ¡Joder! ¡Que nervios! Parece que el coche esta reduciendo la marcha. Tu respira. Por la nariz y por la boca. Despacio. Ya verás como te podrás ir María. Confía. ¡¿QUÉ!? ¿¡Por qué esta parando en el teatro!? ¡¿Qué clase de broma pesada es esta!? Ni pajolera idea. Tu tranquila. Seguro que son actores que han querido ir de listos contigo. Seguro que te han reconocido y te han llevado a la audición. Joder, ¿y que tenía que decir? Con todo esto me he quedado en blanco. Piensa. Piensa María, piensa....

El coche detiene su marcha lentamente, a ritmo tranquilo, cerca del teatro donde María tendría su audición para participar en una película, si, lo que lleva repitiendo desde el comienzo de esta historia. Es un poco raro que la GESTAPO, o los que se suponían que era la Policía Secreta de los Nazis aparcara en el mismo teatro. Por la cabeza de María pasan muchas cosas. Aparte de la delación de su padre, puede que todo estuviera organizado por los Nazis para dar caza a otra fugitiva española hija de un ferviente republicano. Puede que obligaran a su padre a entrar en la comitiva porque así tropezaría con ella y la desconcertaría. Por poder, pueden pasar muchas cosas. María es conducida a la sala 9, ¡que casualidad! Justo en esa sala es donde se iba a presentar a la audición. Allí no se encuentra ningún evaluador, solo señores altos con trajes que denotan elevados puestos en la escala militar Nazi. Uno de ellos, en el centro de la plataforma, se halla de espaldas, cara a las butacas, como no, vacías. 

-Así que al final ya la tenemos. -afirmaba la voz de aquel misterioso hombre que se encontraba de espaldas a María. -Una roja deleznable como tú en un sitio tan lujoso como éste. -contestaba mientras lentamente se daba la vuelta. Al verlo María no pudo contenerse.
-¡Es usted! ¡Usted es el causante de tanto dolor y tanto sufrimiento! ¡Es usted el culpable de que esté aquí y no en mi amada Coruña o en Madrid, o en cualquier otro lugar de España! ¡Es usted, Adolf Hitler! ¿Cómo es que sabe mi idioma?
-Es que "mein Führer" es un hombre muy inteligente. -Contestó otra voz a espaldas de María. -Él también fue artista, como tú, una joven promesa a quien le arrebataron su sueño, y claro, él quería garantizar que se cumpliera el tuyo, y aquí estás. -Al acabar su parlamento, apareció por el lado derecho de María, nada menos que la figura de ¡SU PADRE!
-¿¡CÓMO!? ¡Tú eras mi padre o eso se suponía! ¿Qué haces trabajando para ellos?
-Tu padre -contestó serenamente aquel hombre -ya no está. Yo no soy tu padre. Tu padre murió con la República. Yo solo me parezco a él físicamente, pero nada más lejos.
-¡Tú lo que eres es un ser demoníaco! ¿Te han obligado a hacerlo?
-...
-¡¡Pues yo hubiera preferido la muerte un millón de veces!!
-¿Hubieras preferido Auschwitz? ¿Eso era lo que querías? Lo digo porque tu madre va de camino para allá, y el tren aún no ha partido, si hago una llamada podría esperarte. Pensaba que eras alguien más culto que ella y querías un trato más refinado, por eso abogué ante el Führer para que te trajera a este lugar para zanjar todo esto de una vez por todas.
-¿¿Zanjar el qué papá?? ¿La vida de un ser humano al servicio de alguien tan enfermo como tu "Führer"? -El soldado que se asemeja a su padre le propina a María una fuerte cachetada que la tira al suelo. -¡Respeta! ¡Roja engreída!
-¿Qué crees tu que diría Franco de un comportamiento tan deplorable como el tuyo, jovencita? -contestó Hitler. -¿No crees que se sentiría avergonzado?
-¡A mi me importa una mierda lo que piense un hombre que, creyéndose un enviado de Dios fusiló a muchos de mis amigos y familiares! ¡Todo por no lamerle el culo como unos idiotas! ¡Es repugnante!
-Debería importarle, señorita. ¿Acaso no sabe usted que Franco tiene Campos de Concentración en España. Si la enviáramos allí se pasaría el resto de su vida construyendo vías de tren o haciendo favores personales a sus leales.
-Entre Mein Führer y yo, hemos decidido señorita Casares, hacerle un pequeño homenaje, como usted se merece. -dice el oficial que guarda semejanza con su padre mientras se desenfunda un arma y apunta a la que pareciera ser su hija a la cabeza. -Una muerte bella, una buena muerte, una muerte de actriz, solo que esta -comenta mientras quita el seguro a la pistola -es totalmente real.
-Piense señorita Casares -replica Hitler -que no morirá como demás gente de su calaña. Morirá como usted siempre quiso vivir, actuando, porque su vida, María, fue una gran mentira.
-Si quieren matarme, háganlo rápido, no molestaré, tampoco me quejaré. Lo prometo.
-¡Viva nuestro Reich! ¡Mueran todos los rojos! ¡Heil Hitler! -dice el que pareciera ser su padre antes de dispararle en la frente y cerrarse de golpe los ojos de María, esos ojos verde anfibio que pareciera se hubieran apagado para siempre.

Un momento. María respira. María está respirando. Sí. María no ha muerto. Es extraño, porque la sensación que ella recuerda haber tenido es la sensación que tienen las personas al ser disparadas en la cabeza, aunque no puede asegurarlo con certeza porque a ella nunca le han disparado en la cabeza. Lo que si tiene en la cabeza es dolor, un dolor repiqueteante en la frente, justo en el lugar donde aquel soldado accionó el gatillo y liberó una bala que debiera haberse incrustado en la frente.

Lo primero que hizo María tras tomar conciencia de sí, es abrir los ojos y comprobar que no estuviera maniatada en ningún teatro. Y no lo estaba. Se encontraba en su habitación, somnoliente. Al verlo todo de lleno la luz volvió a cerrar sus ojos, mientras con su mano se tocó la frente para comprobar que, efectivamente, no tenía ninguna bala incrustada en la cabeza. Oye, que podría haber pasado, quién dice que no. Cuando se acostumbran a la luz, sus ojos respiran aliviados al ver su habitación modesta pero muy luminosa. No se encontraba en manos de la GESTAPO, y, desde luego, su padre no era ningún colaborador de los Nazis.

-¡Mamá! ¡Mamá! -grita desesperada. -¡Mamá!
-Ya voy, María, ya voy. ¿Otra vez de malas pulgas?
-¿Estas bien mamá?
-¡Vaya pregunta es esa María! ¡Pues claro!
-Entonces he tenido una pesadilla, es raro porque me parecía demasiado real para tratarse de un sueño. Soñé que me capturaban los Nazis y que te llevaban a ti a Auschwitz.
-¿Qué es eso de Auschwitz hija? Nunca había oído ese nombre.
-Yo sí, mamá. Me lo dijo mi padre, allí llevaban los Nazis a gente que no les cayera en gracia. Por cierto, ¿sabes algo de él? Es que... también formó parte de mi sueño.
-Eso solo tiene una explicación hija. Bueno, dos. La primera es que no puedes obsesionarte tanto con esa dichosa película, porque seguro que te acostaste sin cenar y luego pasa lo que pasa. Y la segunda, es que puede que lo de tu padre te haya trastocado.
-¿Qué pasó con mi padre mamá?
-¿No te lo conté anoche? Han ingresado a tu padre en un sanatorio, parece que las sospechas sobre su enfermedad se han confirmado.

Parece que lo peor se había confirmado. María siempre, desde sus adentros, albergó la esperanza de que su padre no tuviera ese mal llamado tuberculosis. Bien es cierto que, desde antes de emigrar, cuando estaban en Barcelona, su padre ya había lidiado con la enfermedad y se había recuperado. Empieza a suponer que el frío de París le ha empeorado los pulmones. Puede que, su madre si se lo hubiese contado, pero una lágrima de María al oír de nuevo la noticia desgarradora de su madre, le hace entender porqué su padre entró en su sueño de la peor manera posible. Fue un juego que su mente hizo para depurar de ella todo recuerdo sobre la enfermedad de su padre. Verle sano y fuerte, aunque sea colaborando con el enemigo, fue lo que necesitó para olvidarlo y pensar que seguía al pie del cañón, apasionado por su causa, como lo fue siempre. Empieza a recordar. Recordó como se había pasado media noche llorando por su padre y la otra media estudiando el guión hasta que se quedó dormida. De ahí el argumento principal del sueño, que recordaba íntegro, y repetía en su mente como una cinemática, de principio a fin.

-¡Seguro que saldrá de esta mamá! ¡Papá es fuerte!
-No las tiene todas consigo hija. Tiene la moral muy baja desde lo de la guerra, sabes que nadie amaba mas a Galicia que él.
-¡Me da igual! ¡Tiene que sobrevivir!
-Yo ya prefiero no seguir martirizándome. Lo hice una vez y mira para lo que ha servido. Iré hoy a verle, pues todavía permiten visitas.
-¡Iré contigo mamá!
-No digas bobadas. Tu eres muy joven. Si yo me contagio ya he vivido mucho. A ti te queda mucho por vivir y por experimentar. Tienes que hacer la audición, te has preparado mucho para ella y no voy a consentir que tires tu vida por la borda. Verte sobre un escenario es lo que tu padre habría querido siempre. Así que ir a esa audición es cumplir tu última voluntad.
-Anoche soñé que era famosa, que todo el mundo me conocía, pero no necesariamente tiene que tirarse mi vida por la borda o mis sueños por no acudir a una audición.
-Hazme caso, si no vas te arrepentirás toda tu vida. Hazte caso a ti y a ese sueño, que si ha dicho que ibas a ser famosa lo serás, no tengo ninguna duda. Anda a arreglarte o vas a llegar tarde.

Pese a la terquedad de María, a esta no le quedó más que capitular y prepararse para acudir a su cita con los escenarios, no sin antes pedirle a su madre que refiriera a su padre el amor que sentía por él, y sus deseos de que se mejorara pronto. Salió María con pié derecho, caminando decidida hacia su futuro, hacia el estrellato. Recordaba vagamente el sueño, el cual se había ido disipando de su mente como la niebla cuando el día avanza. Entre risas pensó que tenía dotes de artista para inventarse un sueño en su cabeza tan rocambolesco y que a la vez tuviera sentido, algo así como un rococó de una coruñesa por París, algo muy recargado, elegante, pero a la vez sin elegancia, dantesco, e incluso quizá, premonitorio.

No eran los sueños de Machado, era el sueño de María. Una María que al llegar al punto donde empezó a soñar, el Arco del Triunfo, sintió un escalofrío recorrer su espalda con rapidez. Sus tacones rojos empezaron a flaquear con cada paso que daba, y sus ojos a lagrimear cuando vio dos pequeñas compañías de gendarmes y de Nazis cruzarse, y saludarse en el camino. Fue en ese entonces cuando todo el sueño le vino de golpe, todo, desde el principio hasta el final, y fue cuando María decidió no tentar a la suerte y virar buscando un camino alternativo. Tomó la vía de la izquierda paralela al Paseo del Elíseo y se puso a andar, con la viveza y la seguridad de alguien que sabe que muy pronto abandonará el anonimato.

sábado, 5 de marzo de 2016

Fuego a medianoche.

Rugía el infierno con su boca abierta para albergar un alma liberta, como la de Cristo cuando descendió para humillar al mismo Satán. Una cruz convertida en acero, unos clavos que no en las manos sino dentro de aquel acero maldito se clavarían en la piel de una víbora hecha en laboratorio, el Verbo reencarnado, esta vez, para esperanza de todas las mujeres de la tierra.

Era de noche, ¿sabe? De esas noches en las que la tensión y el ambiente congenian de maravilla para generar uno de los primeros calores de la ciudad castiza. Los gatos esperaban el apuntar vertical de la media luna que presidía el cielo, para cubiertos de celo sus ojos salir en busca de inocentes gatitas a las que robarles eso, la inocencia, apareándose contra ellas en un callejón para infestar aún más las calles de gatitos. A la tristemente protagonista de esta historia, mire usted, se le negó el derecho con el que contaban los gatos callejeros, el derecho natural de todo ser vivo, formar una familia, disfrutar de los placeres de yacer con el animal al que quieres, o bueno, en su defecto y en el caso de los gatos, con el animal que te atrae.

Hacía un calor de mil demonios aquella noche de Junio de 1933. El cuartel estaba prácticamente vacío, la verdad es que las noches de verano, por las verbenas, no es que se tuviera mucha actividad, por lo que solo permanecíamos allí los "servicios mínimos" por si a cualquier borracho se le ocurría cruzar la calle sin mirar o a cualquier ladronzuelo acosar a señoritas por la calle. Recuerdo que maldecía mi existencia por estar en ese rancio despacho con papeles a montones, ciertamente desordenado. La verdad es que a Montojo no se le ocurrió a nadie mejor que a mí para que hiciera de "jefe" del turno de noche, aunque yo ni pinchaba ni cortaba...

Daría mi pequeño reloj de bolsillo las doce menos cuarto de la noche, cuando de manera estrepitosa sonó el viejo teléfono central de la comandancia, y, claro, como nadie se dignaba a responder (seríamos cinco o seis en todo el cuartel) tuve que pegarme la carrera de mi vida para poder contestarlo antes de que sonara el cuarto timbre, ya que decían que si pasaba de ahí era mal augurio, no se, supercherías tontas de Guardias Civiles aburridos.

En este caso, no había ni borrachos ni ladronzuelos de barrio como protagonistas, ni siquiera una reyerta nocturna de estas de cristales rotos o cuatro tiros y heridos leves. La noticia, sin duda, era digna de toda mi atención. Unos vecinos estaban al otro lado del teléfono, y me dijeron asustados que habían escuchado disparos en el interior de una vivienda, y que los habían despertado. Les pedí una dirección aproximada y me encaminé con otros dos compañeros al lugar, dejando un pequeño remanente en el cuartel por si las moscas.

Al llegar a la zona los vecinos que llamaron nos recibieron a pie de calle. Allí nos contaron que vieron a la silueta de una mujer en el tercer piso del número nueve, disparar cuatro tiros con un pequeño revolver apuntando hacia un extremo. Sin molestarme en llamar a más patrullas, pues una mujer no iba a suponer mucho esfuerzo, nos dirigimos a aquel piso y tocamos la puerta de manera estridente, supongo que cualquier persona la hubiera abierto de inmediato. Pero no, no funcionó, como si no hubiera nadie en aquella casa y lo que hubieran visto esos vecinos se tratara de una alucinación cualquiera.

Tras desenfundar nuestras armas e identificarnos como agentes de la Ley en repetidas ocasiones y no obtener respuesta ninguna, e intuyendo que algo más grave pudiera haber acontecido, tiramos la puerta abajo, y empezamos a registrar la casa armas en ristre, esperando encontrarnos con una loca de atar que disparara cuando nos viera sin contemplaciones.

Tal fue nuestra sorpresa, que al abrir la puerta de la habitación del final del pasillo, encontramos a una mujer sentada mirando al suelo, con el revolver en su mano derecha, desganada ésta, casi haciendo ademán de tirarlo al suelo, aunque sin desprenderse. En la cama donde la mujer se sentaba, yacía cubierto su tórax de sangre una joven doncella envuelta en sábanas, también cubiertas de sangre. Al acercarme más comprobé, horrorizado, como esa chiquilla era nada menos que Hildegart Rodriguez Carballeira, un prodigio de la inteligencia humana, pues a sus 19 añitos era toda una eminencia del feminismo y el socialismo a nivel internacional. La señora que se encontraba empuñando un arma, ¡era nada menos que su PROPIA MADRE!.

La mujer me miró con resignación, como quien aguarda lo que ya sabe que vendrá, como un niño cuando ve venir la bofetada de su madre. Ante mi nerviosismo le ordené de manera autoritaria que dejara el arma y me enseñara sus manos, a lo que ella, de manera tranquila, obedeció dejando el revolver sobre la mesilla de noche.

-No hace falta que se altere, señor agente, no voy a hacerle nada. Solo habían cuatro balas en ese revolver, porque yo no soy una asesina.
-Eso, señora, tendrá que explicárselo a un Juez. Yo vengo simplemente para arrestarla y leerle sus derechos. -Iba yo a engrilletarla cuando ella me enseñó las manos, por lo cual no fue muy costoso. Con un papel cogí la prueba principal y la envolví con sumo cuidado, mientras pedía a mis hombres que telefoneasen al juez de guardia para que ordenara el levantamiento del cadáver. Cuando salieron en dirección al salón a hacer uso del teléfono, aproveché para intentar comprender como una madre había sido capaz de algo tan atroz.
-Mis derechos ya me los sé, no hace falta que me los lea. Por el abogado, no se preocupe, que no voy a necesitarlo.
-Le repito señora, que aquí yo soy un mandado, no tengo vela en este entierro, nada más que para asegurarme que sea puesta usted a disposición de un juez por lo que ha hecho.
-Y, ¿que he hecho?, si puede saberse claro.
-¿Ha perdido el seso señora? ¡¿Acaso no lo ve con sus propios ojos!? ¡Lo que ha hecho yace en esta cama! ¡Ha matado a su HIJA, por Dios bendito!
-Eso de ahí no era mi hija. Nunca lo fue. Era mi obra, era un instrumento. ¿Y que hace un mecánico cuando su llave inglesa no le sirve? Pues mandarla a fundir. Y eso es lo que acabo de hacer. Ella era mi obra, y se estaba desviando de su único cometido, por lo tanto he rasgado su lienzo y lo he tirado a la basura. Pintores hacen eso todos los días, y no veo que ustedes anden por ahí deteniéndoles.

Sinceramente, para que mentirle. Me quedé sorprendido con la respuesta que dio doña Aurora, quien hasta esa noche se había ganado mi respeto y admiración. ¿Cómo es posible que una madre hable tan fríamente de su hija, a quien acaba de dar muerte como si fuera un ratón que le robara el pan? Su mirada indiferente y sus gestos despreocupados hablaban por sí solos. Hablaba de su hija como una acaudalada mujer habla del abrigo que tiró porque se manchó de vino en una recepción. Era grotesco y repugnante.

-¡¿Cómo puede hablar así de su propia hija!?
-¡Qué va a reprocharme! ¡Usted no tiene derecho, no sabe nada! ¡No sabe lo que es que su propio padre no solo maltrate a su madre, sino que la viole mientras le repite que un día de estos la matará! ¡No sabe lo que es oír los lloros y gritos de una mujer que no puede defenderse! ¡No lo sabe! ¡No sabe lo que es aguantar todo eso y más siendo tan solo una niña, a quien todo el mundo desprecia! Así que limítese a su trabajo señor agente, como yo me limité al mío, y no emita juicios que no sean de su incumbencia.
-¡Nada de eso le da derecho a arrebatarle la vida a su PROPIA HIJA, joder! ¡Habla usted de ella como dirigiéndose a un vulgar objeto!
Es que era un objeto agente! ¡Era mi instrumento para someter a los opresores que maltratan mujeres, y que matan a cientos de ellas! ¡Por eso hice que un capellán me la metiera hasta el fondo! ¡Cuando se vino dentro de mi aquellas tres veces que fui a verle me daban ganas de vomitar! ¡Pero aun así seguí con mi propósito de crear un arma! ¡Un arma contra el machismo y la opresión de la mujer!
-Usted disculpe condesa. ¿Mata a su hija a tiros como a un vil criminal, y aun encima se justifica?
Está mejor así que en un altar vestida de blanco! -Posó la mujer su mano en la entrepierna de su hija yaciente. -Aquí, se encuentra el inicio de una vida gris de opresión. Toda esta fortaleza mental que tardé décadas en perfeccionar, sobre la que invertí mis ganas, juventud, tiempo, esfuerzo, y dinero en volver invencible, ¿se iba a desmoronar por que se le metiera un sindicalista en la cabeza? ¡Sobre mi cadáver!
-Así que usted prefiere acabar con su vida a que ella sea feliz con ese "sindicalista" al que amaba, ¿es eso verdad? Como es solo suya no quiere compartirla con nadie, ¿verdad? Esa, señora, es la misma actitud que ejercen los "machistas opresores" esos a los que tan ardientemente criticaba usted, y en cuya destrucción se empeñó creando este "arma" que destruyó usted mientras soñaba, sin siquiera poderse ella defender de su crueldad.

Me parece esto el mayor delirio de hipocresía de la historia, de una megalómana sin escrúpulos, quién nunca pensó que "su obra" tendría corazón, y podría conocer algún día el amor, el deseo febril de su cuerpo de ser fundido con el de alguien que de verdad la quisiese, y le horrorizaba saber que su pistola se estaba encascillando, por eso la mató con una de verdad. Es usted igual de cobarde, o incluso más, que esos maltratadores que matan a cuchillo a esas mujeres, pues al menos ellos lo hacen cara a cara, otorgando a la mujer el beneficio de su defensa. En cambio usted, la mató durmiendo, desde la distancia, sin ningún tipo de miramiento. Quizá no lo hizo con un cuchillo, por si reconocía alguna chispa de humanidad en su negro corazón que impidiera que acabara con la flor que usted misma parió hace 19 años.
-Ya veo yo, señor agente, que no ha entendido nunca nada. Si iba usted a nuestros mítines, salió de la misma manera que entró, con una cabeza cuyo cerebro es el tamaño de la nuez. Tendría que ser usted hombre.
-¡Cabeza nuez la suya! Ya veo, señora, que con usted es imposible razonar, es más, ¡está usted de camisa de atar! Es usted el ser más despreciable con el que he tenido que lidiar durante más de quince años de servicio, y mire usted que son unos cuantos a quienes he tenido que esposar. ¡Y pensar que la admiraba y le guardaba hasta aprecio!, que ingenuo soy, ahora me doy de cuenta.

Solo espero, que mientras se consume y se pudre en una cárcel por el resto de sus días, piense, aunque sea por un instante, que ha matado el sueño de muchas mujeres que no pueden concebir, y que hubieran dado su vida entera para tener la joya que usted acaba de evaporar. El fin no justifica los medios, y seguro que más allá de la mayoría machista y retrograda masculina, hay hombres a los que su limitada visión no alcanza, de un corazón mucho mejor que el suyo, al menos, con amor fraternal, algo que usted no sabe ni lo que es. ¡Ruiz! ¡Pascual!. ¡Ruiz! ¡Pascual! -Los otros dos agentes llegaron de inmediato desde la puerta de la casa, donde estaban fumándose un cigarro mientras yo acababa un diálogo que me dejó más traspuesto de lo que me encontraba,

-¡Señor!
-Hagan el favor y alejen de mi vista a este engendro del demonio -dije en voz autoritaria mientras señalaba a la señora -Encierrenla en el coche y quédense custodiándola, yo me quedaré a esperar el coche fúnebre, no deben tardar en llegar.
-¡Como ordene, señor!
Ojalá arda en los infiernos por lo que ha hecho! -Dije a la señora mientras los otros dos agentes la conducían a la salida. Ella, mirándome con un gesto burlón replicó -Bueno, ustedes adoran a un Dios que mandó a su propio hijo a la muerte, ¿no? Mi caso es exactamente igual, solo que yo tuve más agallas y deshice yo misma la obra que mi vientre concibió.
-¡Loca! ¡Está loca! ¡Ojalá la encierren en el más mugriento de los manicomios! -Cuando acabé de desearle los siete males del Apocalipsis, ella se empezó a burlar de mí cada vez más fuerte al son que se alejaba hacia la puerta.

El rostro de Aurora Rodriguez no volví a ver nunca más, y a Dios tengo que darle gracias de no volverme a cruzar con su demoníaca silueta. Días mas tarde me enteré por la prensa escrita de que había sido condenada a 26 años de prisión por su despreciable acción, cosa que, en contra de mi costumbre, aplaudí frenético. Era lo justo por arrebatarle la vida a alguien que apenas estaba empezando a vivir. Recientemente conocí de mano de un amigo, que falleció amargada, triste, y sola, en un manicomio en Ciempozuelos, tal y como le predije aquella noche que acabaría. Una psicópata con delirios de grandeza es lo menos que podría merecerse, igualándose incluso ante Dios, desafiando su persona, esa señora era la encarnación del mismísimo Lucifer.

Murió repitiendo el nombre de su hija como una posesa, imagino que, después de tantos años, algo de humanidad despertó en ella, y moriría de un colapso de ver toda su desgraciada vida pasar delante de su memoria, que nunca olvida, nunca perdona la conciencia, y por lo que se ve, a ella todavía le quedaba de eso. Según contó ante el tribunal el día de su enjuiciamiento, llegó hasta tal punto su delirio y su locura que encerró a su hija a cal y canto en aquella casa, mientras urdía de manera ruin una argucia para "deshacer su propia obra", como ella misma llamaba a su hija. La mató ya en vida, antes de apretar el gatillo.

Usted, que se dedica a esto de la psicología, a usted es a quien insto a investigar más en profundidad el caso de esta mujer, y de gente de su calaña, que solo busca su satisfacción personal y el control minuto a minuto de sus seres "queridos" como si cualquier movimiento por parte de éstos supusiera el mayor ataque contra su ego que nadie pudiera imaginar. Porque nunca terminaremos de limpiar este mundo de seres demoníacos, parece, que la maldad se disfraza de bien para que nosotros hagamos oídos sordos, para que callemos, miremos para otro lado, y justifiquemos actos que deben ser del todo condenados. Solo la mente y la razón de un monstruo pueden imaginar que otro ser humano le pertenezca, por muy hijo suyo que este sea.

Le invito a usted, que está leyendo esto, y que seguro que sabe del tema, a que me remita su opinión personal, y, por supuesto, profesional, ante lo que creo, que es la mayor demostración de crueldad de toda la historia, propiciado por una mente enfermiza, desquiciada y sedienta de control autoritario, que ante la negativa de dejar libre a alguien que merecía esa libertad, la eliminó de la ecuación en nombre de la libertad, y de los "nobles" propósitos que predicaba puertas afuera. De la mezquindad no puede salir nada bueno, y de las cadenas no puede salir libertad. Ahora ¿que opina usted?