jueves, 15 de octubre de 2015

El homicidio cultural del Siglo XX


Galicia está agonizando, su muerte cada vez está mas cerca. Se asemeja a ese cuerpo paralizado en una sala de Urgencias con un cuchillo clavado en lo más profundo del corazón al que los médicos intentan reanimar por todos los medios mientras aprecian por el indicador de asistolia, que se está alejando...

Pero, ¿Quién le clavó ese cuchillo? Pues no fue nadie y a la vez fuimos todos. Fue la historia, fueron las rencillas del hombre por ideologías sin ninguna razón, fue el ansia de poder y de control que a veces, se nos desborda. Fueron las dos Españas, fue una cruenta guerra entre hermanos, fueron muchas cosas...

Un régimen que concebía en el silencio y la represión su única arma  para lograr dominar a las gentes. Matando su cultura, adueñándose de sus costumbres para que no tengan un atísbo de esperanza en el que sostenerse, obligando así a cientos y cientos de gallegos a tener que renunciar a seguir viviendo como siempre, seguir viviendo en su tierra, para adentrarse a una aventura que acabará con sus vidas, con la felicidad de éstas.

Todas esas lágrimas, las he querido recoger en un vídeo en el que en ocho minutos, se narra una historia de terror. Una historia en la cual el sufrimiento es el principal protagonista. Unas gentes que lo único a lo que aspiran es a vivir cómodamente en sus aldeas, sin hacer daño a nadie, sin encarnizarse en luchas ideológicas sin sentido, simplemente cuidando de su ganado, de sus labranzas, tratando con amor a sus tierras.




Unas personas que el único delito que cometieron fue el querer ser buenas personas, el querer vivir de la tierra como siempre han vivido, el querer celebrar unas fiestas que siempre celebraron, el querer seguir aislados en su pequeño paraiso, hablando la lengua que siempre hablaron y siendo unos con otros como siempre fueron.

Todo esto ha dejado una evidente huella en la sociedad. Al echar la vista atrás podemos ver la huella tan grande que deja sobre una sociedad un estado totalitario, sea del color que sea. Un estado represor, reprime, esa es su función principal, parasitar a los ciudadanos para que, en el caso de España lo único válido sean una bandera, un Dios y una lengua, y que el que no acepte eso como sacrosanto sea pasado por el cañón de las armas.

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