domingo, 6 de diciembre de 2015

SECCIÓN FEMENINA: Un paraíso en pleno infierno.

Hace tiempo recibí la noticia de que una familiar mía algo lejana, en particular, pariente de mi abuela, había pertenecido a la Sección Femenina, sí, esa especie de cuna del adoctrinamiento femenino en la atrasada sociedad española de la posguerra. Es paradójico que después de pertenecer a las más altas esferas del feminismo en su país, esta prima segunda de mi abuela haya sufrido tal caída. Bueno, supongo que cada uno hace lo que sea para sobrevivir, aunque ello conlleve tener que vivir en la sombra durante tanto tiempo.

Cartel de la Sección Femenina.
Las mujeres no podían pertenecer al Movimiento, simplemente por haber nacido mujeres, ¡imaginaos la estupidez del argumento! Por ello se creo una "Falange" para las mujeres, con tanta relevancia en el trasfondo nacional como la de los hombres: la Sección Femenina. Vio la luz de manos de Pilar Primo de Rivera, hermana del fundador de la Falange José Antonio. 

Hace mucha gracia, o al menos a mi me lo provoca, el ver carteles como el que he puesto de dicha sección en la parte izquierda, ya que siendo tan acérrimos detractores del comunismo, en el fondo son unos copiones de su ideología, ya que si quitamos el elemento nacional, el mensaje es el mismo: unir a la sociedad, en este caso a las mujeres, sin ningún tipo de distinción social, aunándolas en una causa común: Ser las procreadoras de la nación, ser las que darán hijos fuertes para mantener esa autarquía en la que España se refugió durante la posguerra, cuando fue bloqueada internacionalmente por cooperar abiertamente con el régimen Nazi y Fascista.

Volviendo al tema de mi antepasado, ese del que os hablé que tenía relación de parentesco con mi abuela, la verdad es que pocas cosas conservo de ella, por no decir que ni siquiera guardo una foto, ya que sabe Dios donde las habrá perdido mi abuela. Solo conservo las cosas que me ha dicho de ella las veces que he ido a verla a Colombia. 

Se llamaba Marcela Núñez Monsalve, y pese a que la consanguinidad no era muy grande, ella y mi abuela se hablaban con frecuencia. Como el resto de familia de mi abuela ella era una niña bien, hija de un terrateniente de la zona del Eje Cafetero, pero muy castigada por la familia conservadora y católica con la que convivía. Al ser mi bisabuelo de ideologías mas liberales no fueron pocas las veces que Marcela se refugió en casa de la abuela, una extensa mansión que ocupaba dos manzanas de calle, con numerosas habitacione, cruceros e inmensa. 

Para salir de su pequeño infierno se casó con un diplomático de quien la abuela no recuerda el nombre, dudando de si se trataba de Fermín o Fernando Ortega, de ideologías liberales, que trabajó codo con codo con mi bisabuelo en la campaña de Jorge Eliécer Gaitán, un caudillo popular que sería asesinado años más tarde. 

Portada de "EL TIEMPO" del año 1948
Inmediatamente después de su asesinato, se desataron una serie de disturbios que nacieron en Bogotá, y que popularmente se conocen como "La Violencia". En dicho periodo de tiempo hubieron cazas de brujas constantes de conservadores y liberales, y puesto que los segundos estaban siendo asesinados, muchos se exiliaron a otros países de Iberoamérica, y algunos más pudientes a Europa

Marcela, sin pensarlo, se embarcó rumbo a España, desembarcando en el puerto de Huelva. Pese a que pretendían continuar su viaje al resto de Europa, encontraron en España el lugar perfecto para ocultarse, ya que por un lado se cernía sobre ella un bloqueo por parte de la ONU, y, por otro lado, se había instaurado una dictadura liderada por un "Conservador" por lo que sería el último país donde  les buscarían para hacerles algún daño.

Al no encontrar trabajo, decidieron instalarse en A Coruña, atravesando todo el territorio español con identidades falsas. Compraron un pazo en As Pontes y se instalaron como nuevos caciques regionales, con muy buenos resultados. Tan buenos, que al resto de los burgueses de la zona les entró envidia, que, como siempre es el peor de todos los males. Tras indagar sobre él descubrieron que Jose Antonio Sabater y San Lorenzo no era el nombre real del marido de Marcela, y decidieron denunciarle por "suplantar la identidad" y por ser un "colaborador rojo en el extranjero", viniendo un día unos señores vestidos de gris al pazo, quienes de manera brusca y poco educada le arrestaron sin leerle ningún derecho, y se lo llevaron, desde entonces figura como desaparecido, ya que nadie sabe que hicieron aquellos misteriosos hombres con el buen Fernando, quien solo quería vivir tranquilamente con su mujer, lejos del peligro, pero éste acabó encontrándolo. 

La casa y las tierras de As Pontes quedaron en manos del Estado, ya que una mujer no podía constar como propietaria ni de su propia vida. A Marcela le dieron dos opciones: o se casaba con un "marido español" o se metía a vestir santos. Ella por supuesto prefería cualquier cosa antes que acabar monja, algo que ni su propio padre pudo ver realizado, y por ello acabó enlazada a Arturo Rivera Izquierdo, un teniente radicado en A Coruña, con quien su vida se convirtió en un infierno de golpes, humillaciones, violaciones y sumisión

"Mi padre estaba en lo cierto" pensaba Marcela al tiempo que llegaba a la conclusión de que no podía seguir consumiendo su salud mental encerrada en su casa, y buscó por tanto maneras de entretenerse, llegando a sus oídos la posibilidad de convertirse en una integrante de la "Sección Femenina". Pensando que se trataba de un sindicato feminista, aceptó la invitación y se unió a la sede de A Coruña, donde se llevó un gran chasco. 

Cartel de la "Sección Femenina" de 1940
¿No querías lentejas? pues toma dos tazas. La escuela de mujeres perfectas para un régimen cada vez más conservador se abrió ante los ojos de Marcela. El sueño de su padre, lo que el habría querido hacer con ella, todo lo que no pudo meterle en la cabeza un gobierno lo iba a hacer de manera lenta, tranquila y pausada. 

Esta manera de alienar la mente fue entrando por los ojos de Marcela, quien llegó a intimar incluso con la fundadora del movimiento, la hermana de José Antonio Primo de Rivera, viajando a muchos rincones de España, y sobre todo, y lo más importante, tener un oasis, una especie de pequeño paraíso en el cual escaparse, compartir con otras chicas más o menos de su edad las penurias y pocas alegrías de los matrimonios de la época, con lo cual sentirse libre de las cadenas que la aprisionaban en esa inmensa casa del centro de A Coruña.


Poco a poco, año tras año Marcela se acostumbró a la vida que llevaba, no tan amargada como pudiera parecer, gracias a las amigas que había conseguido en el movimiento del que ya ocupaba un cargo importante. Sus ojos le permitieron ver el desmoronamiento de la dictadura y la llegada de los primeros rayos de la democracia. Pese a que llegó el sueño que de joven tanto deseó, el de la libertad, después de pasar por el régimen y su sistema de adoctrinamiento, Marcela veía con horror como la vida planificada que había construido fuertemente se hundía de manera brusca, para dar paso a una libertad progresiva que ella ya no anhelaba.

Es un ejemplo de como un Sistema es capaz de trastocar la concepción de una persona, y a través del costumbrismo obtener la anhelada sumisión de unos súbditos, que no ciudadanos, autómatas, que no personas, rebaño, que no humanos, 

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