martes, 24 de noviembre de 2015

La Monsalveida

¿Quién soy yo? Una suma,
un factor, un producto,
una serie de uno mas uno,
un remanente, un reducto.
Generaciones vienen,
generaciones van, pero
ninguna  acontece sin más.

Para entenderlo has de viajar al pasado,
de Burgos al más pequeño de sus condados,
para conocer a un caballero, mas no cortesano,
a quien le temblaban los enemigos en derredor,
Prodigio en la batalla, a él llamaban Campeador.

A doña Jimena nacieron tres hijos,
rubíes perfectos, relucientes cual sol,
doña Cristina, doña Maria y don Diego,
esos sus nombres son.

doña Cristina hija tuvo de linaje pamplonés,
una dama encantadora de hermoso parecer,
Esta hija llamase Elvira como es de menester,
de toda buena cristiana en el día de nacer.

Dichosa la mujer de nupcias con un Conde,
pues días de hambre no padecerá.
Del casamiento nació Clara, como el sol,
quien unida a Pedro Díaz de Monsalve,
recorrio de Zamora a Ferrol,
más que Agrippa, cuando ardió el Panteón.

Siendo Ferrol de cuatro casas y una iglesia,
despreció la dulce Clara un día más de vida,
por lo que marchóse conmovida,
A Santiago, ¡gran mentira!

Tuvo un hijo, Carlos el Bravo,
quien fue Maestre por un rato,
de un ejercito que no era suyo,
de un reino que era inmundo.

Así el linaje de mi madre,
crecía en fama, era honorable,
no había en Castilla hombre alguno,
que herejía contra él pronunciase.

Dando giros en el tiempo,
mi tatarabuelo Eulalio,
del ejercito real columnario,
pobre Armada ya Vencida,
pues en Cuba moribunda,
cayó de los Yanquies ya rendida.

En Pereira, al otro lado del charco,
¡Que ilusión! ¡Que alegría!
Eulalio ha comprado un pazo,
¡Eulalio te extrañamos!
¡Dulces atuendos de general!
¡Quien te ha visto y quien te ve!
¡Con tus botas de goma y tus abrigos de piel!

De Eulalio vino Manuel, de este salió Francisco,
¡Que curioso! ¡Que risueño! un menudito viejito,
a quien cariñosamente llamaban Pachito.

De Francisco llegó Antonio,
de Antonio vieron la luz nueve hijos,
los hijos tuvieron hijos,
unos lerdos, otros listos y otros pijos.

De uno de esos hijos,
ni lerdo ni listo ni pijo,
sino buen mozo y buen galán,
de las gentes comendador,
para los injustos, corregidor,
Es don David de Monsalve buen señor,
hijo de nobles, pero de sangre roja,
para librar tu alma de injurias ponzoñosas.

Heráldica del Apellido Monsalve

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