domingo, 8 de noviembre de 2015

Cincuenta sombras de Sextus

De todos es sabido que en cuanto a los temas sexuales, Roma era bastante liberal, aceptando costumbres tan demarcadas socialmente en la actualidad, como el incesto o la pederastia, temas que parece que hoy, 1500 años después de la caída del mundo romano siguen escandalizando a la sociedad.

El cristianismo entro sin avisar, y con una falta de tolerancia y modales tremenda barrió con absolutamente toda la tolerante y permisiva cultura romana, desde el politeísmo hasta la libertad de religiones, pasando por los desnudos en espacios públicos hasta erradicar el sexo y tacharlo como un tabú, si señores, el sexo...

Los romanos precristianos practicaban y veían el sexo como algo que formaba parte de su vida cotidiana, si, ellos tenían mas claro que nosotros, parece mentira una sociedad tan civilizada no vea que el sexo al igual que el comer o el dormir forma parte de nuestras vidas, es una necesidad vital a la que no podemos renunciar. La sociedad romana, con total libertad charlaban en los espacios públicos sobre sus deslices sexuales o sobre lo bien que lo habían pasado con la prostituta que habían contratado en la noche anterior, ya que su cuerpo y solo su cuerpo era capaz de liberar a un hombre de todas sus cargas, haciéndolo pasar unos momentos inolvidables.

Pruebas escritas encontradas recientemente en las ruinas de lo que fueron grandes urbes de Roma, vinculan aún más a los romanos con el sexo. Uno de ellos son los famosos graffitis romanos, que como los convencionales, son pequeñas inscripciones acompañadas de algún dibujo con micro-mensajes de todo tipo, muchos de ellos insinuantes y sexualmente explícitos, que cualquiera podía ver en las calles.

Plano de la ciudad romana de Lucus Augusti.
Este es un plano de vista aerea de una de las dos capitales de la provincia romana de Gallaecia, que comprendía la parte norte de Portugal, Galicia y Asturias actuales, una de las ciudades más esplendorosas de la zona pero con una historia complicada detrás...

Lucus Augusti se construyó en mitad de un antiguo bosque sagrado para los lugareños, en el cual había un culto, que, se cree pueda estar vinculado a la sexualidad. Ante la resistencia planteada por los lugareños a ser dominados por una potencia extranjera, el emperador Agusto, por medio de uno de sus emisarios, el magistrado Paulo Fabio Máximo hizo un pacto con los lugareños, en el cual, según los registros escritos que han llegado a nuestros días, los castreños se someterían a la dominación, y por tanto permitirían construir la ciudad si los romanos se comprometían a respetar los lugares de culto de los castreños. En señal de compromiso, erigieron la ciudad de Lucus Augusti para "dedicarla" como su nombre señala a la sexualidad, convirtiéndola así en el mayor "prostíbulo" del mundo romano.

Boceto de Plinio el Joven.
Tal es la fama que se extendió por todo el imperio sobre el culto al sexo en la ciudad, que Plinio el Joven, en un conjunto de cartas llamadas a posteriori Cartas Baquianas, ya que en una de ellas se vincula el culto al dios Baco con la metrópoli, éste señala la frivolidad con la que los lucenses practican sexo en zonas públicas y a plena luz del día, hecho que escandalizaba y a la vez excitaba tanto a los romanos, que muchos de ellos quisieron comprobarlo con sus propios ojos.

En dichas cartas, dirigidas a un interlocutor que desconocemos, pero que se piensa era un ilustre senador, Plinio el Joven aludía a evidencias escritas para sostener sus hipótesis, en concreto a lo que habría supuesto la primera obra erótica de la historia.

"El manuscrito obra en poder únicamente de algunos privilegiados, entre los que yo no me hallo, ¡los dioses me libren de estar en posesión de tal transgresión de las leyes! En el se relatan numerosas visitas del cónsul Sextus Plunius Brutus, el cual quedó impregnado de los cuerpos de aquellas mujeres, de las escenas que sus ojos contemplaron, e incluso, de los posibles avistamientos de Baco luciendo como un completo animal, juntando sus carnes al son de las estrellas"
Cartas Baquianas, Carta VII

La anterior es únicamente un fragmento de una de las cartas en las que Plinio revela la existencia de dicho libro, ambientado en la ciudad de Lucus, e incluso relaciona algunos de los graffitis esparcidos por todo el imperio con pequeños fragmentos de la obra en cuestión, obra de la que se han recuperado parte de la introducción y el nudo, halladas en una excavación reciente realizada en la cercanía de la ciudad de Pompeya, donde por una de las cartas de Plinio sabemos que esta novela contaba con mucho éxito, probablemente era la ciudad donde más copias circulaban de la misma, y donde más se encargaban, pasando por contrabando de un ciudadano a otro.

Obviamente las leyes imperiales, tal y como reseña Plinio prohibían la divulgación de contenidos sexuales, especialmente si estos incluian cunnilingus, algo que se consideraba inmoral para los que lo realizaban, ya que al someterse a una mujer estaban cayendo en la infamia, ello lleva a los investigadores a pensar que Sextus Plunius Brutus nunca llegó a existir, o es un pseudónimo que utilizó el autor para no ser castigado por las leyes o bien un trabajo de investigación hecho por los que serían además los primeros cronistas de la historia, quienes concentrarían las experiencias que les habían llegado de la ciudad en la persona de Sextus, otorgando de morbo a su creación, de autor desconocido.

Tal es la expectación que ha suscitado el hallazgo de este manuscrito datado hacia el año 118 d.C. que pese a haberse encontrado parte del mismo, éste ya ha dado pie a la imaginación. La reconocida autora lucense Marina Couselo está dando las pinceladas finales a su creación: Cincuenta sombras de Sextus, un libro en el que se ha usado como fuente de inspiración el manuscrito hallado hace no mucho tiempo.

El libro, que pretende ver la luz en el festival romano "Arde Lucus" del año que viene en Lugo, en el cual se celebra el aniversario de la fundación de la ciudad, tiene un argumento que promete atrapar al lector desde el primer momento.

Sextus Plunius Brutus, militar hijo de un patricio pudiente de Roma es destinado a Lucus, requerido por el gobernador de la provincia para que sea el comandante de la guardia de la ciudad. Un día paseando por las calles con cierto afán tropieza con Elia, una adolescente de una belleza incomparable. Sin percatarse queda locamente enamorado de su piel morena y sus incipientes curvas, lo que llevará a un entramado juego con un final más que sorprendente y misterioso, sin duda un libro que promete lo suyo.

Su autora, en declaraciones a una revista, ha hablado sobre su obra diciendo que no se trata de una obra erótica común, no se trata de un relato erótico cualquiera, ya que el fin no es narrar escenas sexuales una tras otra, su fin va mucho más allá, dar una nueva perspectiva al amor, arrojar más luz acerca de la sexualidad romana, por ello comentaba Couselo se han respetado los latinismos para referirse a los genitales y a actos sexuales, así se aprecia que la finalidad del libro no es solamente excitar al lector, sino intentar que empatice con los personajes, que se vea preso de un amor que comienza como un tímido juego que los llevará al placer sumo, ¿o a la perdición perpetua?

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